Trasparencias ¿exceso o libertad?
Las industrias de la moda y la belleza siempre van de la mano, y si ahora mismo las celebssólo piensan en modificar sus dietas, entregarse al veganismo y dominar el arte del Yoga Ashtanga, sus armarios están reduciendo significativamente el tamaño de todas sus prendas –porque semejantes sacrificios gastronómicos tienen que lucirse–.
Lo hemos visto en la Gala MET, con Beyoncé y su imperceptible Givenchy con cambio en sus hábitos alimenticios incluidos, Kim Kardashian y Jennifer Lopez –ambas habituales en este lado del río. Pero después vino el Festival de Cannes y volvimos a ser testigos de la fuerza de un escote abrumador Gigi Hadid o de vestidos que dejan poco a la imaginación. Así pues, ¿estamos ante el inicio del reinado de una tendencia que reduce el trabajo de los diseñadores a la mínima expresión?
Suponemos que estas declaraciones son fruto del hartazgo que este tipo de looks está comenzando a producir en ciertos sectores de la industria. Estamos hablando del nacimiento del "vestido imperceptible" o "desnudo", una prenda que ya vimos en los noventa de la mano de Kate Moss y que entonces contaba con un significado más misterioso gracias a que las proporciones ideales de los noventa no eran tan "poderosas" y, por lo tanto, esas prendas mostraban físicos más perturbadores
Ahora, esos "vestidos desnudos" los lucen Kim Kardashian y compañía; cuyas curvas imposibles mostradas así, tal cual, producen un efecto diferente en el espectador. ¿Estarán entonces, tal y como afirma Carolina Herrera, tratando de llamar la atención? Lo cierto es que el número de alfombras rojas relevantes no hace más que crecer, y en ellas sólo desfilan las mismas celebrities una y otra vez. Una prueba contundente de la presión que viven Kardashian y compañía en su lucha constante por ser "la más fotografiada", "la mejor vestida", "la más bella". Y nada mejor que ir a lo que funciona para conquistar todas las listas que existen.
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